Joaquín Ortega
No supiste de la caída de cazadores pulverizadosLos miércoles de apostillas en el Carso
Cuando los padres viudos despeñaban meteoros sobre los mares de hierro
No estabas para verlos despierta
Los accidentes victoriosos interrumpían la armónica
Formando más ficticia la tierra, a veces partitura
Tocada por gruesas manos de piras espesas
Y como muchas
Contabas belleza como cartas frente a un vidrio estrellado
Sin que nunca escucharas de aquello
Cabellos rojizos tras las montañas numerosas
Y los tres salmos se doblaron
Bajo las lenguas firmes
En columnas de puños
Que dibujaron corazas afiladas sostenidas como cruces y marinas
No ibas de paseo por ningún ramal pidiendo
Al frente de La Parca... la parca
Cepillos de centellas para los corceles numerados
¿Y para qué dormir bajo el techo que promete peores comidas y buena agua?
¿Para qué guardar en bolsas para el hombro venas blancas y cabezas de viento?
¿O un río muerto que rezonga desde una tabla?
Es época de arruinarse temblando en miradas
Cuando los padres viudos
Despeñaban meteoros sobre los mares de hierro
No estabas para verlos despierta
Auras sucias bajo de una vela seca en los bestiarios
Colocan en láminas esferas fértiles
Que sin pasos se están anunciando