Incórdiales
Después de las trompetas rotas
A los Iluminados
Para la doliente quiebra
Nunca atraparán carrusel para sus pendientes
Ni un poco de
Sonrisas a la mano
Sin costas para el crimen
Pagarán de cuña crónica
Hasta los livianos de faena
Entre sombras diarias
Murmuran otros
Un salmo corriente
Empapado por las señas de lo ajeno
Ante el mastodonte litoral
Cada hijo opuesto los olvida
Pasados de legado para el rezo
Herederos incómodos En la vida secos bajo la nueva brisa
No dormirán tranquilos
Ni cumplirán años en familia
Sólo el viento del sobresalto
Servirá sus misas
Adornadas de escalo y buena pesadilla
Entretanto
A llenar sus bocas nuestras
De la mina de los idos